11 de diciembre de 2010

Proteger al Picoiquén

En nuestra vecina comuna de Angol, una empresa italiana pretende construir una central hidroeléctrica en el río Picoiquén. Este río que nace en la cordillera de Nahuelbuta, se une con el río Rehue de nuestra comuna y forman el río Vergara, uno de los principales afluentes del gran río Bío-Bío. Reproducimos una carta enviada a un diario angolino que explica parte de esta problemática. 

           por Enzo Escobar
  
Nuestra ciudad con más de 450 años de existencia ha pasado por innumerables procesos durante su formación y la intervención humana en nuestra naturaleza no ha sido la excepción, desde los grandes incendios provocados en la época de la colonia española para mantener a raya a los mapuches y abrir paso a tierras para cultivos y ganadería, hasta el más reciente que fue la masificación de las plantaciones exóticas de pinos u eucaliptos para el desarrollo de las industrias forestales.

Todo esto ha provocado un empobrecimiento significativo de nuestro entorno natural, el cual fue perfectamente sustentable en tiempos prehispánicos sin que los habitantes originarios de aquel tiempo sufriesen escasez progresiva de dichos recursos, ahora incluso hasta las liebres y conejos que fueron introducidos por el hombre desde el otro lado del mundo, y que habían sido una plaga ya dejaron de ser abundantes, lo mismo con el tema de las truchas, especies que invadieron los ríos después de ser introducidas, pero que ahora ya muy poco se ven y no se encuentran de los tamaños óptimos, los renovales o remanentes de vegetación autóctona son los que más están sufriendo esta destrucción progresiva así como los animales nativos de la zona contribuyendo de manera importante al desequilibrio en nuestra zona.
 
Actualmente, se suman a los problemas ambientales clásicos, el abandono de perros, el grave problema de la crisis de la basura, el aumento de las plagas urbanas y la creciente contaminación del aire por todo tipo de quemas, así como los efectos del cambio climático progresivo que se está manifestando en todo el mundo y que en nuestra zona se está traduciendo en déficit de lluvias, incluso hace más de dos inviernos que no se han registrado grandes crecidas en los ríos.
       
Para muchos angolinos quizás toda esta situación ya no parece nueva, pero la destrucción y deterioro de la naturaleza que nos sustenta ya está alcanzando nuevos niveles, niveles que ya empiezan a preocupar más a la ciudadanía, este es el caso de la central hidroeléctrica de paso que se pretende hacer en el río Picoiquén a la altura del sector El Manzano.

Mucha gente está consciente de la situación ambiental de la comuna y sus alrededores y esto está causando suspicacia y preocupación, con justa razón, debido a que la ecología de nuestro río se ha tornado frágil, los alrededores fueron intervenidos, los incendios y la deforestación causaron estragos en los suelos de la cordillera, no se han respetado las distancias mínimas a intervenir para efectos de corta y forestación de especies, en consecuencia gran parte del tramo del río tiene poca vegetación de orilla y son pocos los bosques que sustentan a fauna nativa, la cual se vería seriamente perjudicada en el caso extremo de que esos bosques fuesen removidos ó que se produzca la temida sequedad del río.
         
Nuestra población se vería fuertemente impactada solamente si en un solo verano nuestro río (porque nos sustenta e independientemente de lo que la ley dictamine) se convierte en un hilo de agua provocando el colapso de la ciudad por déficit, además la obra podría afectar también a la calidad de las aguas destinadas a consumo, tal vez esto no ocurra con la implementación de la central hidroeléctrica, pero con esto podríamos estar jugando a la ruleta rusa, el común de la gente no valora mucho nuestra naturaleza.

Hay gente que cree que el puma y la culebra no debieran existir, o que el bosque nativo es una molestia y no aporta en nada, que la biodiversidad es maleza o que pinos y eucaliptos son nativos de nuestra tierra o simplemente no se preocupan de en dónde arrojan su basura o a sus mascotas, pero el problema en pocas palabra es éste y se expresa en algunos dichos como: " No hay peor ciego que el que no quiere ver" y "Nada se valora o se ama hasta que se pierde".