3 de abril de 2008

Identidad y Neoliberalismo


“El hombre abre el surco, la mujer deposita la semilla, el agua fecunda y hace germinar la tierra.”


Por Susana Nahuelcoy

Docente Mapuche

Guía bilingüe Museo Mapuche de Cañete


La identidad define un pueblo o nación como legítimos poseedores de una experiencia histórica común, la herencia y práctica de una lengua, una cosmovisión y la asociación de un territorio especifico, heredado de sus antepasados con límites y derechos establecidos históricamente. En definitiva la identidad cultural permite compartir desde la lengua y el territorio una memoria histórica y una conciencia colectiva a nivel comunitario. Esta comprensión ecléctica de la identidad, otorga los frutos más fecundos para la socialización y desarrollo de las sociedades, ya que permite considerar a todas las pertenencias sociales y culturales de las personas y con ellas emprender el desafío de desterrar las relaciones de dominación tanto social como cultural. Esta comprensión puede enfrentar de manera frontal el fenómeno comprendido como negación del otro.

Por lo tanto la cultura y la identidad son dos componentes interrelacionados entre sí, pero independientes; que surgen y se nutren al interior de las comunidades humanas. En las comunidades mapuche rurales son componentes relevantes y parte de la cotidianeidad de la vida de sus miembros, y que contribuyen a la construcción de saberes comunitarios, entendidos estos saberes como patrimonio intangible que perdura a través del tiempo.

La cosmovisión mapuche conceptúa la vida como algo consustancial a todo lo que existe en el mundo. El hombre se concibe como parte de la naturaleza y como tal, establece una relación de respeto y de intima reciprocidad vivida ritualmente y que se expresa en las diversas manifestaciones artísticas y religiosas. Y desde estas prácticas busca relacionarse de forma armoniosa con la ÑUKE MAPU y sus semejantes para así crear conocimientos que no se elaboran en “el aire”, ni es el resultado de una casualidad, es el constructo teórico que tiene como base la territorialidad, con historia, sostenida en los imaginarios comunitarios y en realidades manifiestas; si se quiere, no es un constructo “hueco y vacío”, sino más bien un espacio completo construido colectivamente, que encuentra sentido en la medida que se puede construir y desconstruir.

Este constructo denominado KIMÜN plantea una naturaleza humanizada, a la cual el ser humano debe respeto por los bienes recibidos, es por tanto una relación comprendida desde una óptica de complementariedad. El sol, la luna, las nubes, los ríos y los cerros son entendidos como seres complementarios, divinizados y valorizados.

En la cultura mapuche, el CHE, la persona posee una función, una misión en cuanto a relacionarse con la naturaleza y el universo. Nadie nace sin motivo, como tampoco nace por su propia voluntad.

“Nosotros como Che, tenemos la responsabilidad de mantener el rakiduam, el pensamiento, mantener el respeto hacia todas las fuerzas que existen en la naturaleza, eso deberíamos hacer como CHE…” Machi Victor Caniullan.

Es necesario por lo anteriormente planteado señalar que en la cultura mapuche como en otras culturas ancestrales, los principios, valores y saberes sociales son de alta relevancia, por la necesidad de evitar los prejuicios de tendencias sociales y políticas que buscan construir un mundo y sociedades homogéneas, asociadas a modelos globalizantes y deshumanizados para el ser humano. En especial, en momentos en que los horizontes de la humanidad son permeables y abiertos, haciendo posible el resurgimiento de identidades y grupos humanos que enriquecen con sus expresiones, la diversidad de las sociedades y las culturas.

Esta contradicción entre homogenización y diversidad es compleja, y difícil de resolver, pues es resultado de intereses divergentes. Por ello, es necesario para enriquecer este debate y recoger el aporte de la diversidad, desarrollar las condiciones para la valorización y encuentro entre culturas, en función de enriquecer y potenciar la diversidad, en especial las identidades étnicas, tanto en lo que dice relación con sus derechos ciudadanos, como con sus aportes a la vida en comunidad, teniendo presente que el diálogo hay que construirlo, con el se deben superar las relaciones sociales e interculturales de dominación.